LA EXPERIENCIA DE ENSEÑAR Y APRENDER
El Código del Maestro
El maestro interno es el gran maestro.
El propósito ético de enseñar técnicas de aprendizaje- es para despertar la conciencia en el maestro interior.
Este es el momento de iniciación de cada uno.
El sueño del infinito se crea con líneas de luz y con líneas de luz se crean las criaturas que sueñan.
En todo el universo, el ser fluye hacia sí mismo, igual que la ignorancia lo hace hacia la sabiduría y este movimiento se nutre de tres fuentes que despiertan la conciencia: las percepciones que sentimos (el dolor), las que intuimos que son sabias y, las que están en los libros.
Confundir el camino con el fin, es ignorancia.
Los obstáculos en el camino son las creencias como el orgullo, el poder y la idea de la edad.
El discípulo se acerca al maestro con sed de aprendizaje y mejorar y le presenta con valor su deseo de aprender de él.
Su interés se convierte en la sonda que el maestro va a usar para nutrirlo con un sistema de valores, herramientas, conceptos y perspectivas, expuestas desde su mundo personal.
El compromiso del alumno consigo mismo es reconocer que humilde y libremente escoge recibir del maestro estas imágenes y en el ejercicio de su libertad está probarlas hasta hacer vivas estas sugerencias, pasar las incomodidades del proceso y ajustarlas en su estilo de vida.
Dar clases de yoga es recordar que se eligió la unidad del alma individual con el Ser, en el Ser sobre cualquier otra expresión y que la labor es fomentar esta unidad en todos los seres.
Para el discípulo es clave recordar que ha elegido este camino con total libertad. Cuando esto se olvida, duerme y hace que toda la experiencia de aprendizaje se vuelva sólo un sueño.
La autorrestricción y el compromiso son la clave para que se haga efectivo el aprendizaje que se recibe desde la enseñanza del maestro.
Esta autorrestricción es el desapego y despierta la capacidad del yogui de actuar con poco y así desarrollar la meta principal, que es el criterio para decidir.
El que aprende tiene una meta inicial, y el maestro al atender esta meta le ofrece una visión más amplia de la cual el que aprende conoce nuevas metas que va explorando en el proceso.
La comunión es esa resonancia entre los alumnos y los maestros que se sostiene con los valores, un modelo holístico y nomenclatura que reconocen además de herramientas y metas que comparten. Esta es la comunión y al desarrollarse la experiencia, se van descubriendo nuevos valores que hacen novedoso y siempre atractivo el camino para el que busca.
El maestro comparte su experiencia con el interesado que busca en medida que el que busca manifiesta su interés
Este interés de quien busca es el valor que coordina la acción hacia una energía encausada que reproduce el poder del alumno. Éste poder es útil conforme se entiende. Malentender el poder del que está en la búsqueda es tan común como la confusión del paso con la meta.
El sueño tiene ignorancia desde el principio y está trenzado con la causa y efecto. Estar consciente de la ignorancia y de la causa y efecto no borra los patrones con los que se está gestando la experiencia, pero los reconoce y el conocimiento es el primer paso hacia el desapego de los malentendidos y el establecimiento del Observador.
La experiencia de dar y recibir del que busca y el maestro es la misma que en el amor. Amamos al faro que ilumina el siguiente paso. La voz del maestro es este faro que aclara las voces de la mente. La paz que se logra al encontrar esta voz externa nos guía y es tan solo un ejemplo para encontrar esta voz interna que produce paz y así se revela intrínsecamente la técnica de coordinación de los valores que van redefiniendo a la creatura que sueña.
Esta relación entre el maestro y el alumno está estructurada como todas las relaciones, con roles. La misma talla no es igual para todos. En ese juego de roles se está consciente de que habrá compasión y se va a expresar la ignorancia. El que busca es guiado por la luz, el faro es sólo un medio.
Identificar al maestro como la luz misma es ignorancia y conduce al dolor. La luz que se busca y encuentra está ahí siempre.
Es propio de la naturaleza de las creaturas que sueñan proyectar desde su ignorancia.
Saber esto es revelador.
En el alumno, para que el maestro interno despierte se requiere la capacidad de discernir entre la proyección de la ignorancia y la expresión de valores del conocimiento. El maestro estará compartiendo su experiencia y valores personales. Señalará, como el faro que es, hacia la siguiente luz.
La capacidad de compartir del que muestra es efectiva en la medida en que el que busca logra poner atención.
El maestro puede compartir la pasión por el camino de la evolución por medio de la expresión de sus prioridades.
Lo único ético que puede hacer el maestro es enseñar al alumno a escuchar a su maestro interno.
Las herramientas de los maestros son: guiar por medio de un método, informar e inquirir, o sea cuestionar con preguntas con las que se despierte la habilidad de encontrar internamente la respuesta.
El Ser, que lo habita todo, se encuentra enseñando eternamente y es omnipresente, estamos conscientes de su sabiduría.
Cuando no somos conscientes de su sabiduría, entonces experimentamos la separación y el ego. Enseñar es un espejo perfecto.
La capacidad del auto descubrimiento es un juego que requiere de aceptación y adaptación.
La disciplina y el desapego son las alas en este proceso de aprendizaje y autodescubrimiento.
La compasión del maestro es la llave para discernir correctamente qué y cómo va a aprender el alumno con el maestro.
Habiendo un vínculo correcto, el maestro, desde su compasión, observa y escoge las metas, el tiempo, el ritmo y el manejo de la práctica, así como la secuencia de presentación de conceptos, herramientas y habilidades de acuerdo con las aptitudes del que busca.
En otras palabras, igual que un doctor, hace un diagnóstico y escoge el tratamiento, con las herramientas, la dosis, el tiempo y la frecuencia con la que va a acercarse el que busca a su meta.
El maestro se brinda en servicio para que el que busca camine por un sendero en el que sobrepase la ignorancia y descubra su propio valor expresado en sabiduría.
El que busca imita y ejecuta las formas y enseñanzas del maestro hasta que tiene una expresión de sus propios valores.
El observador es la fuente de la sabiduría.
El maestro humilde y profesional es devoto del Observador y esto hace que en él se revele el maestro interno y que se manifieste en sincronía.
La búsqueda muchas veces confunde al maestro con el ser y con la meta igual que en el amor, así que, busca la claridad y elimina la confusión.
El maestro permanece afiliado a la sabiduría y es sabio siempre, apegado al Ser y también el que busca.
El ser maestro es solamente un rol y en realidad no existe.
Sólo hay infinito en el Ser y en la experiencia de las criaturas que sueñan.
Si llega a haber ignorancia, fluye hacia la conciencia y el infinito prevalece.
Establécete en la confianza de saber, para ti y para todos, que nada es permanente.
Nada de lo que temes, deseas o consideras que tienes, es permanente.
Descansa reconociendo siempre que el infinito prevalece.
Este resumen es una interpretación y traducción de Marcos Jassan del libro “The Masters Code”.